Todos hemos visto más de cuatro veces a los chinitos haciendo turismo “escondidos” detrás de sus cámaras de fotos, ésos aparatos que parece que les acompañan a todas partes.
Pues bien. Todas las historias que han inmortalizado durante al menos 20 años pasarán a la posteridad gracias al trabajo de Thomas Sauvin, un coleccionista, archivista y editor francés que desde hace cuatro años se dedica a recuperar negativos fotográficos que fueron y son, en algún momento, considerados inútiles o sobrantes por sus propietarios, probablemente debido a la invasión de las cámaras digitales. Sauvin acude a un vertedero de Pekín todos los meses a comprar sacos de película que le preparan los trabajadores.
Su proyecto se llama Silvermine (Mina de plata) —en referencia al nitrato de plata que contiene la película fotográfica y que la convierte en un material de toxicidad elevada— y es uno de los platos fuertes de la sexta edición del festival Format 13, que se celebra en la localidad inglesa de Derby hasta el 7 de abril.
Son instantáneas anónimas, de carácter particular, inocentes y domésticas que, hechas con película de 135 milímetros por ciudadanos de los que nada sabemos, componen en Silvermine uno de los mosaicos más verdaderos y de potencia informativa más elevada sobre el cambio social de China y sus habitantes.
Más información aquí.
No dejéis de ver el cortometraje documental de Emiland Guillerme sobre toda ésta historia.
Hay que decir que sin una idea como la de Sauvin y cientos de miles de fotos probablemente no fuese posible hacer animaciones semejantes a las del final del mismo. Es realmente sorprendente.
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