Recuerdo con añoranza cuando en mis mejores tiempos las películas de después de la cena empezaban a las 22:00 horas y a medianoche habían terminado. Podías irte tranquilo a la cama y levantarte con fuerzas nuevas a la mañana siguiente.
Actualmente llevamos unos cuantos años tragándonos una pila de publicidad post-informativos, y unos pronósticos del tiempo que se salen por la tangente. Además de unas secciones deportivas (o fútbol, llamadlo X) que incluyen hasta a qué hora se ha cepillado los dientes el Pulga, por decir alguno.
Por todo ésto hace un par de meses el gobierno propuso a las televisiones privadas que adelantasen la emisión de sus programas en prime time para que finalicen en torno a las 23.00 horas, promoviendo así la conciliación familiar, y para ello sugirió que emitieran los informativos entre 30 y 60 minutos antes.
UTECA ha compartido la importancia de un cambio de hábitos en los ciudadanos para avanzar en la conciliación, aseguró el ministerio.
Desde la Unión de Televisiones Comerciales Asociadas, en cambio, consideraron que son los ciudadanos quienes marcan las pautas y tendencias en los horarios de emisión, y no al contrario. Es decir, que las cadenas reflejan los hábitos y no los crean. Cosa que creo que es discutible, según me explicaba yo al principio.
También piensan que llegado el caso tendría que ser TVE quien predicara con el ejemplo: el gobierno a través de la televisión pública dispone de las herramientas necesarias para iniciar ese cambio si es que lo consideran oportuno y necesario. Cosa en la que sí coincido.
La ministra Ana Mato también trataba de reunirse con los representantes de la LFP para que los encuentros que se emiten en abierto no se celebren más tarde de las 21.00 horas, por los problemas que suponen para disfrutar con los hijos de los partidos de fútbol por el horario en que se emiten.
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