10 feb 2014

La cosa va de ceremonias.

Pero ojo, no de bodas.

Imagino que a éstas alturas de la película ya estaréis sobradamente enterados de todo lo que aconteció ayer noche en la ceremonia de la 28 edición de los Goya.

Las brujas de Zugarramurdi se quedó con 8 premios (hay que reconocer que está muy muy bien hecha), pero no el más importante, el de mejor película, que se lo arrebató Vivir es fácil con los ojos cerrados, con otros 5 premios Goya, es decir, se llevó 6 de los 7 a los que optaba. Entre ellos también el de mejor director a David Trueba.

Todos los premiados aquí.

También hay que señalar que fue una gala histórica debido a la ausencia, por primera vez, del ministro de cultura, que no merece ni ser puesto con mayúsculas.

Y después de éste mini-resumen de anoche, y hablando de ceremonias, me sumerjo en otro tema que imagino que os habrá pasado más desapercibido.

El pasado viernes se declararon abiertos los Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014 en una impresionante ceremonia que duró cerca de dos horas y media. Estamos hablando de las olimpiadas más caras y seguras de la historia (US$50.000 millones, unos US$42.000 millones más que el presupuesto de la edición anterior, y el doble del costo previsto conjunto del Mundial Brasil 2014 y de los Juegos de Río de Janeiro 2016) y éso, obviamente, se notó en la ceremonia de apertura, a pesar de un "pequeño" fallo. No se privaron de tecnología punta tanto para el impresionante espectáculo audiovisual que supuso en sí mismo como para su retransmisión a través de la televisión y los medios online, seguramente con cientos de cámaras a su servicio.

Para empezar, en cada uno de los asientos del estadio olímpico de Fisht había una cinta con un colgante luminoso para que quien lo ocupara se lo colgara del cuello. Todos estaban perfectamente programados y sincronizados para ofrecer al público imágenes cual pantalla gigante, era como si las personas fuesen leds dentro de un monitor descomunal.

Algo que me llamó también mucho la atención fue el método que emplearon para contar al mundo el nacimiento de Rusia como nación independiente. Unas proyecciones desde lo alto proporcionaban a los artistas el decorado perfecto para desempeñar sus papeles de soldados convenientemente amaestrados. Todo medido al milímetro. Parecía más un programa de entretenimiento televisivo con horas y horas de postproducción que un espectáculo en vivo.


Fue un momento mágico cuando empezaron a iluminarse los pictogramas de los deportes olímpicos de éste invierno como si fuesen constelaciones de estrellas. En realidad los deportistas olímpicos son estrellas en su ocupación, ¿o no es verdad?

Son cosas realmente complejas de explicar y de las que tampoco encuentro información. Os dejo éste pequeño video-resumen de TVE con la idea de que podáis imaginaros al menos un poco lo que intento contaros.

Aquí podéis echar un vistazo a un artículo.

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