El portugués Manoel de Oliveira debutó tras las cámaras en el cine mudo con 23 años, con el documental Douro, Faina Fluvial (1931).
A partir de entonces, de la mano del productor Paulo Branco, reconocido como un gran impulsor del cine independiente en Europa, experimentó un repunte llegando a rodar una película por año.
"Mi mejor regalo es seguir haciendo películas" dijo hace 7 años, y vaya si lo consiguió, ha estado en activo prácticamente hasta el último momento, pues estrenó el pasado año El viejo restrelo.
Entre sus numerosos premios destaca un León de Oro del Festival de Venecia (1985) y una Palma de oro del Festival de Cannes (2008).
Que descanse en paz con el resto de las leyendas que nos van dejando.
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