Hoy ha fallecido con 106 años el director más longevo de la historia del cine, tras 82 años de carrera y unas 60 películas.
El portugués Manoel de Oliveira debutó tras las cámaras en el cine mudo con 23 años, con el documental Douro, Faina Fluvial (1931).
Estuvo catorce años sin filmar por dificultades para encontrar financiación y por la censura portuguesa del régimen, tras rodar su primer largometraje, Aniki-Bobó, en 1942. Y aunque resurgió a mediados de los 50, no acabó de despegar hasta la década de los setenta, cuando empezó a adaptar varias obras literarias de escritores y poetas lusos.
A partir de entonces, de la mano del productor Paulo Branco, reconocido como un gran impulsor del cine independiente en Europa, experimentó un repunte llegando a rodar una película por año.
"Mi mejor regalo es seguir haciendo películas" dijo hace 7 años, y vaya si lo consiguió, ha estado en activo prácticamente hasta el último momento, pues estrenó el pasado año El viejo restrelo.
Entre sus numerosos premios destaca un León de Oro del Festival de Venecia (1985) y una Palma de oro del Festival de Cannes (2008).
Que descanse en paz con el resto de las leyendas que nos van dejando.
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